sábado, 5 de julio de 2008

Biografía de José María Estévez
Edwin Leonardo Avendaño Guevara, Pbro.
1.
Acercamiento a la historia
(Generalidades)


“¡Igualdad! Santo derecho de la igualdad:
justicia que estribas en ésto,
y en dar a cada uno lo que es suyo.”

Memorial de Agravios

A finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, el imperio colonial español daba muestras de estancamiento y de ocaso. Los reyes borbónicos aplicaron, en aquel momento, los principios fundamentales de la monarquía francesa y a su modelo las reformas alcanzaron su apogeo durante el reinado de Carlos III de Borbón y Farnesio[1] entre 1759 y 1788. La realeza se había convertido en representante del despotismo ilustrado, o sea, influenciada por el movimiento de la ilustración hacía una dura crítica constante a las instituciones políticas, económicas y religiosas tradicionales.

La Corona, con relación a América, se había asegurado la lealtad de sus funcionarios pagando sueldos muy altos y colocándolos directamente bajo su autoridad. De esta manera, España demostraba menores debilidades de las que se había caracterizado cuando se encontraba en manos de la Casa de Austria.

Los borbones intentaron devolverle el poder central a la Corona Española haciendo de su estrategia el debilitamiento de todo aquello que pudiera arrebatárselo: la iglesia, los grandes propietarios y los oficiales indianos.

El sistema fiscal se hizo gravoso, pero se dio igualdad de derechos a todos los súbditos en lo referente a las actividades comerciales; así mismo, se expropiaron territorios pertenecientes a la iglesia, recuperados para la Corona.

Todos estos cambios afectaron notoriamente el Nuevo Reino de Granada; si bien era favorable que los individuos gozaran de más libertad, al mismo tiempo eran agobiados por el reciente abono fiscal. Esta contradicción estalló a finales del siglo XVIII en movimientos que se publicaron violentos; el descontento se había ya apoderado de todos los sectores de la población, afectados por las recientes medidas.

En el Nuevo Reino, el proceso colonial había llevado a formar dos sociedades distintas: en el occidente se estableció una sociedad latifundista y semifeudal, movida por los impulsos indígenas, sometida a la encomienda y mita y que evolucionaría hasta formar un casi homogéneo grupo de trabajadores asalariados. Muy distintamente avanzó la situación en el oriente (Santander), donde los indios fueron exterminados casi en su totalidad; se llevó acabo una colonización por parte de pequeños agricultores y comerciantes que, como no disponían de mano de obra aborigen, tuvieron que dedicarse a la pequeña economía de tipo considerablemente individualista, economía ésta que podemos llamar anticolonial.

En Santander se realizó una verdadera colonización; no fue una sociedad de esclavos y esclavizantes y, como no se formaron latifundios, se instauró una mentalidad individualista, con deseos de igualdad social y libertad burguesa. Por tal razón, es en esta zona donde surgen las primeras reacciones ácidas contra la Corona y sus nuevas medidas colonialistas.

En el Virreinato de Nueva Granada, la causa de las insurrecciones estuvo en el descontento de la población por la imposición de fuertes impuestos, especialmente el denominado “gracioso donativo”. Con este tributo las autoridades coloniales intentaban reunir fondos para la defensa de la ciudad de Cartagena de Indias frente a los ataques de los ingleses, que se mantenían en guerra con España desde 1779. Cuatro capitanes del común, elegidos entre los comerciantes de la ciudad, se colocaron a la cabeza de los comuneros de Socorro y con sus fuertes enfrentamientos consiguieron que el virrey Manuel Antonio Flórez Maldonado Martínez Ángulo y Bodquín[2] aceptara sus condiciones. Tras ser aprobadas y promulgadas las propuestas de los sublevados, y conseguida la disolución de los ejércitos comuneros, aquéllas fueron anuladas y los capitanes perseguidos, siendo condenado a muerte, en 1782, el más importante de ellos: José Antonio Galán[3].

Aunque el detonante principal de la revuelta estuviera en el rechazo de los nuevos impuestos, las pretensiones de este levantamiento popular no se referían sólo a la modificación de unas imposiciones concretas. En realidad, se buscaba una reforma mucho más amplia de la administración colonial que potenciara el poder comunal de los cabildos, que habían ido perdiendo independencia; sin embargo, estas aspiraciones no llegaron a concretarse en ningún momento al ser encabezados estos movimientos en muchos casos por miembros de las élites económicas, que se mostraban contrarias a los cambios profundos y sólo deseaban proteger unos privilegios específicos.
Los impuestos se hicieron cada vez más pesados, afectando todo lo que entraba de España y a toda actividad económica. Se llegó hasta prohibir el cultivar tabaco con la finalidad de encarecer el producto y lograr un mayor ingreso fiscal. Esta disposición afectó considerablemente la zona de Santander.

A todo lo que venía pasando se sumó el mal trato que los recaudadores de impuestos daban a la población, granjeándose un ambiente de hostilidad para la Corona y el gobierno, engendrando los primeros brotes reaccionarios. Gobernó

En el movimiento comunero iniciado en el Socorro el 16 de marzo de 1781 tomaron parte gentes pertenecientes a todas las clases sociales: aristócratas criollos, pequeños agricultores, mercaderes e indígenas esclavos; todos perjudicados por los rígidos impuestos.

A pesar – ya lo hemos expresado - de que los intereses particulares de cada uno de los grupos sociales llevaron al fracaso aquella revolución, el movimiento demostró que los habitantes del Nuevo Reino de Granada no estaban satisfechos con el régimen y que se hallaban preparados para su abolición. Influenciados por la conciencia nacional, los comuneros dieron el gran paso para la emancipación.

Por otro lado, la Revolución Francesa con sus posturas de “igualdad, fraternidad y libertad” y las teorías de la Ilustración, caracterizadas por una excesiva confianza en el hombre, en sus capacidades y libertades, nutrieron la inclinación de quienes aspiraban redimirse del yugo español.

Abundante es el número de los representantes del pensamiento ilustrado, notables son las figuras que como John Locke[4], autor del “Tratado sobre el gobierno civil” en el que propugna por la descentralización del poder, dividiéndolo en sus tres ramas tradicionales; o Voltaire[5], con sus ataques a los valores ancestrales, que apoyó las ideas de un gobierno en el que residieran las voluntades populares; o el Barón de Montesquieu[6], que exigía el fin de la monarquía y Juan Jacobo Rousseau[7] que pedía un gobierno elegido a voluntad de la colectividad, defendiendo los derechos del ciudadano; dieron con su ideario como la chispa que prende de súbito en un cañadulzal.

En el ámbito mundial, la tan sonada Revolución Francesa que derrocó la monarquía abrió el camino a la pujante burocracia. Inglaterra industrializada, ya había fraguado su comercio y su industria, luchando por obtener mercados y asimilando los valores burgueses. Estados Unidos, recién independizado, se convirtió en un modelo de república representativa y democrática. Todo esto manifestó que la Revolución Francesa y la Ilustración con sus principios podían ser aplicadas a la realidad.

La crisis del mundo occidental ya se había declarado. El movimiento de nuestra emancipación con sus complejas características fue también una manifestación de esta situación.

Los criollos fueron la clase social que dirigió la protesta contra el régimen por ser a quienes más afectaba el sistema y se pusieron a la cabeza de la emancipación.

Es este, a grandes rasgos, el panorama histórico en el que ubicamos a nuestro célebre personaje; fueron estas las ideas y los acontecimientos que forjaron en él su carácter y avivaron el atrevimiento polifacético que hizo de José María Estévez Ruiz de Cote un protagonista distinguido de la independencia colombiana; solo así comprendemos su amor por la libertad y sus servicios a la Patria, su lealtad y su desprendida entrega, egregio apóstol de la humanidad fortalecida con el ánimo de cambiar los paradigmas imperantes de no a la conformidad y de indignación por la represión y desigualdad española, germen de la emancipación para el proyecto libertario.

[1] Hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio de Baviera – Neoburgo. Nació y murió en Madrid, (20 de enero de 1716 – 14 de diciembre de 1788). Duque de Parma, Piacenza y Castro con el nombre de Carlos I (Carlo I) entre 1731 y 1735, Rey de Nápoles y Sicilia con el nombre de Carlos VII (Carlo VII) de 1734 a 1759 y de España (1759 –1788),
[2] Originario de Sevilla, España (1722). Comendador de Lopera, de la Orden de Calatrava y teniente general de la Real Armada. Quincuagésimo primer Virrey del Nuevo Reino de Granada, arribó a Cartagena de Indias el 11 de enero de 1776 para asumir el mando el 10 de febrero del año siguiente. Continuó con las políticas de su predecesor el Virrey Manuel Guirior, abrió al público la Biblioteca. Importó la imprenta a Santafé y estableció fundaciones de hospitales. Promovió campañas de pacificación contra los indígenas guajiros y cocinas. En 1778 la Corona expidió el decreto de libre comercio entre España y América. En su mandato se creó la Regencia en la Nueva Granada, y para ejercer el cargo fue nombrado don Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, quien estableció el impuesto de la Armada de Barlovento y extendió la alcabala a muchos productos. Administró hasta 1782, después partió hacia Cuba. Murió en Madrid el 20 de marzo de 1799.
[3] Hijo de don Martín Galán y doña Paula Francisca Zorro. Nació en Charalá Santander en 1749 y murió en Santafé de Bogotá el 2 de febrero de 1782. Es, una de las figuras colombianas de mayor recordación debido a la manera como fue ejecutado por las autoridades españolas y a que su memoria se ha perpetuado como símbolo de la lucha de los grupos sociales más débiles. Pero en épocas de la independencia la memoria de Galán ni la de los Comuneros fue recogida por los próceres criollos, probablemente porque el acento social de tal lucha y el comportamiento de sus dirigentes era una referencia inconveniente para los objetivos que se proponía la guerra libertaria.
[4] Nació en 29 de agosto de 1632 en Wrington, Somerset, Inglaterra y fallecido el 28 de octubre de 1704 en Oates, Essex, Inglaterra. Este pedagogo y pensador es considerado el padre del empirismo y del liberalismo.
[5] Bautizado con el nombre de François Marie Arouet. Nació en París el 21 de noviembre de 1694 y murió en la misma ciudad el 30 de mayo de 1778. En 1746 fue elegido miembro de la Academia francesa. Voltaire ha pasado a la Historia por proporcionarnos el concepto de tolerancia religiosa. Fue un incansable luchador contra la intolerancia y siempre defendió contra viento y marea, la convivencia pacífica entre personas de distintas credos y religiones.
[6] También conocido como Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu (1689-1755), fue un excelente cronista y pensador político francés. Es, a nuestro juicio, uno de los filósofos y ensayistas ilustrados más relevantes, especialmente por la articulación de la teoría de la separación de poderes, que se da por descontado en los debates modernos sobre los gobiernos siendo implementado en muchas constituciones en todo el mundo.
[7] Nació en Ginebra, Suiza, el 28 de junio de 1712. Hijo de Isaac Rousseau y de Suzanne Bernard. Huérfano de madre, a los nueve años, pasa a ser criado por su tío materno Samuel Bernard, pastor protestante, a quien toma como si fuera su abuelo. Su familia, de origen francés, debe exiliarse a Ginebra en 1549 a causa de la persecución religiosa. Su padre lo abandona a sus 10 años, teniendo una infancia, una educación muy difíciles. Sus escritos siempre se caracterizaron por la llaneza en lenguaje. Es considerado un maestro de la ironía, la que utilizó para defenderse de sus enemigos y detractores, de los que en ocasiones hacía burla demostrando en todo momento un finísimo sentido del humor.

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