viernes, 11 de julio de 2008

Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, Bucaramanga. En esta antigua ermita fue bautizado monseñor José María Estevez


Capítulo II (Biografía de José María Estévez)

2.
El solar nativo
Desde 1772, el teniente[1] de cura don Martín Suárez de Figueroa, carismático sacerdote de espiritual dinamismo, se había visto atado por la apatía que los pobladores presentaban frente a los avances obtenidos en el proceso para convertir la minúscula localidad denominada Real de Minas de Bucaramanga en parroquia y trocar lo que hasta ahora era un insignificante caserío en pueblo de blancos.

El padre Basilio Vicente de Oviedo[2] imprimió en su obra: “Cualidades y Riquezas del Nuevo Reino de Granada”, al referirse a la incipiente villa lo siguiente:

“El curato del pueblo de Bucaramanga, que es Real de Minas de oro que lava en sus ríos y tiene su alcalde mayor de Minas de Vetas y Montuosa Baja que la Alta se extinguió, está de una legua de camino, distante de la ciudad de Girón, hacia el norte. Su iglesia buena y con ordinarios ornamentos y se le agregó al pueblo de Cácota de Suratá por haberle quedado muy pocos indios que apenas llegaran a veinte, aunque distara más de un día de camino y que se ha de transitar un páramo por tierra montuosa; sin iglesia; sólo una ermita[3]. Es tierra templada y de trigos y demás frutos, y Bucaramanga, tierra bien cálida, que produce frutos de tierra caliente: caña, tabaco, algodón, cacao, maíz, y muchos frutos, tendrá doscientos vecinos. Con los que habitan en Rionegro pueden rentar a su párroco 800 pesos, pero con la pensión de haber compañero en el pueblo de Cácota, donde tendrá cincuenta vecinos. Su temperamento mejor que el de Girón y en ameno y deleitoso llano; y lo colocamos por sus pensiones en el orden tercero, dado que el señor Camacho lo puso en el quinto de su escala, pero no tuvo razón, pues es muy precioso curato y de trato y con la inmediación de Girón”.

La tan anhelada aspiración de obtener el título de parroquia se realizó el 1º de enero de 1779 cuando el oidor confirmó la erección en parroquia hecha el año anterior con el nombre de Nuestra Señora de Chiquinquirá del Real de Minas de San Laureano, y se ordenó trasmigrar a los indios de este pueblo a la nueva vecindad de Guane. Así los habitantes se aprestaron a edificar en un terreno mal cercado, en la esquina sureste de la plaza, la iglesia, primera que se levantó en ese sitio y que contaba con espacioso huerto destinado a convertirse en cementerio.

Apacible sería la vida de los moradores que se ocupaban diariamente de las labores agrícolas, abonando los cultivos, beneficiándose del fique, del algodón y del cacao, pues la industria del tabaco había llegado a su disminución, por haberse declarado monopolio de la Real Hacienda.

El siglo XVIII tocaba a sus postrimerías cuando en el aniversario 178° de la fundación de la señorial Bucaramanga y segundo de su erección en parroquia nació de cristianos y distinguidos padres un niño que llevaría por nombre José María, viendo por primera vez la luz, el 6 de diciembre de 1780 en el hogar conformado por doña María Manuela Ruiz Cote[4] y don Rafael José Estévez Camargo, naturales de Nuestra Señora del Socorro y avecinados en Zapatoca, pero asentados hacía poco tiempo en la “Ciudad Señora”, recién sesquicentenaria; indudablemente venidos allí buscando refugio en un lugar donde no imperara el temor de una nueva asonada revolucionaria, peligrosa para el bienestar de la recién conformada familia. Se busca sobrevivir sin sentimientos de desprecio e inconformidad con la ventaja de anclar en una tierra pujante y florecida, tanto cuanto que llegó a convertirse, con el correr del tiempo, en la capital del departamento de Santander.

Casi todos los que han hablado del señor Estévez Ruiz de Cote señalan imperturbablemente como fecha del nacimiento de este el día 8. Para poner la verdad en su punto y para enmendar yerros que amenazan pasar en autoridad de cosas juzgadas, acudimos a los libros parroquiales de San Laureano y con partida en mano sacamos en limpio que la verdadera fecha del nacimiento fue el día 6, y no la que apuntan los hermanos Hernández de Alba, Gustavo Arboleda, Gonzalo Uribe, Luis Enrique Navas Prada, Luis García Benítez y Ernesto Valderrama Benítez.

Hemos observado anteriormente que el panorama en que naciera José María era un nuevo mundo de oprimidos y señores. Su familia perteneció sin duda a un tronco de estirpe criolla, acaudalada y noble, testigos de la lucha por la libertad americana.

Su estirpe se distinguió por su denodada cristiandad, sus padres buenos, capaces y con ascendencia marcada en la ocupación meritoria y trabajadora, respetuosa de la dignidad y el honor ajeno.

Nació en una sociedad en la que la libertad tenía sus trabas, la separación entre los estratos sociales era rigurosa y el trato debía ser solemne y obligado. El señor se comportaba presuntuoso y altivo; se consideraba más evolucionado e hijo puro de la civilización del Viejo Mundo; el esclavo indio debía mostrarse sumiso y en continua actitud de respeto y aun de humillación; tal vez, la única suavidad estaba relacionada con el sentir religioso sin distinción clasista.

Doña María Manuela respiraba por aquella fe tridentina, unificadora, que se derramó por medio mundo y sobre todo en América. Lo bueno de la conquista de América lo dio la fe; lo malo lo trajo la condición humana.

El bautismo en la fe de Nuestro Señor que le concedió renacer en las aguas sagradas como hijo de Dios y heredero del cielo se llevó acabo el 13 de diciembre del mismo año, es decir, 7 días después de su nacimiento.

Su partida reposa en el libro segundo de 1780, folio 6º y bajo el número 458 y así dice (sic):

“Disiembre trese de mil setecientos y ochenta. Yo Martin Suarez de Figueroa Ttte. De Cura y Vico. De efta Parroquia del Sr. San Laureano y Real de Minas de Chiquinquirá; Bauticé subconditione, puse Oleo y Xma., y dixe Bendiciones a un niño llamado JOSEHP MARIA de edad de siete días hijo de Dn. Rafael Eftévez y Da. María Manuela Cote. Sua padrinos Dn. Bisente Pineda y Da. Antonia Céspedes, a quienes advertí parentesco y hobligaciones de que doy fee.- (Fdo.) Martín Suarez de Figueroa”. (Es fiel copia de la original con su ortografía).

Entendemos que el niño José María tenía sangre noble y su título de criollo, principio de divisiones, y heredó y aún, se alimentó de una fe española robusta como principio de unidad. Y por el camino de la fe lograría un día, aun lejano, superar puntos principales de división.

La fe que recibió de sus padres será siempre su ideal y su escudo, su fuerza y su lucha. La fe cristiana que todos los sectores sociales de aquella época profesaban era sincera. Y ésto los unía por encima de cualquier pensamiento encorvado.

En cada pueblo o aldea la iglesia parroquial era el único recinto decoroso que congregaba igualitariamente a todos; la doctrina pura, la plática dominical era una lección vivida y la música en los templos la única que se oía como sublime invitación a la oración sencilla. El ambiente religioso del momento avivó en el niño José María la pureza en el amor por la observancia de los Mandamientos; la devoción y la piedad de los mayores formarán también su buena parte en el momento en que tendrá que guardar fidelidad al llamamiento de la gracia.

Estudió sus primeras letras en el hogar paterno y aun sin comodidades porque escribía con un puntero de caña, sobre arena primero, y luego con pluma de ganso y tinta preparada con hollín, sobre hojas secas de plátano a falta del escaso papel; tuvo la fortuna de formarse en una escuela en la que la maestra era la madre propia y se libró de los padecimientos de una escuela ineficaz y torturante, como en ciertos aspectos hemos padecido muchos de los vivientes.

La obra primaria en la educación de José María es el fundamento de su gran amor por la verdadera educación; su preparación fue seria desde el principio, tanto así, que al ingresar luego al Claustro de San Bartolomé rebasó a un gran número de condiscípulos y descolló por su profundidad en las lecciones asimiladas.
Sus adquiridas nociones de aritmética, castellano y catecismo al lado de su tierna madre, fueron, evidentemente, su piedra de sostén en los años subsiguientes.

Las cosas de mayor valor en la vida exigen grandes esfuerzos y sufrimientos; no se improvisan ni resultan de caminos del azar. Las acciones que benefician y perduran largo tiempo nacen de la inteligencia, la lucidez y el valor con la mirada puesta en el porvenir, doña María Manuela aleccionó a su hijo liberándolo de la ignorancia y mostrándole las costumbres buenas o malas de su raza y de su pueblo.

Será digno imaginarnos a nuestro pequeño departiendo con sus compañeros de generación y luego de escolares en Santa Fe: Custodio García Rovira, el elocuente orador, músico, poeta y pintor quien además se distinguió como abogado esclarecido, sirviendo en 1809 a la Real Audiencia y se declaró federalista; actuó como gobernador de Socorro y combatió a los centralistas; militar prodigioso en la independencia, fue elegido primer mandatario en calidad de dictador. Ejerció el cargo desde el 22 de junio hasta el 19 de julio de 1816, cuando fue hecho prisionero por los españoles y condenado a muerte, convirtiéndose en martirizada víctima, de la libertad; y a José Elías Puyana quien llegó a ocupar la Silla Episcopal de Pasto, después de ocupar los altos cargos de elector, diputado provincial y juez de paz; forjándose como “uno de los eclesiásticos más exactos en el cumplimiento de sus obligaciones”.

Desde niño mostró José María exclusiva predilección por el estudio y en especial su inclinación a la vocación sacerdotal, por lo cual resolverían sus padres enviarlo a la capital del Virreinato para que bajo la tutela y dirección de su hermano mayor, el doctor Juan Agustín Estévez,[5] recibiera esmerada educación en el Colegio y Seminario Mayor de San Bartolomé.

José María reaccionó eficazmente a las lecciones maternas y por eso no fue del montón. Lo vamos a ver. Salta barreras y será capaz de salvar abismos, aun sociales, políticos o religiosos. Se formó en él un alma suave como la seda, pero tesonera; cuando se propuso un fin siempre fue constante; persiguió nobles objetivos, altos y extraordinarios; se convertirá en guía de conciencias, ya que creció como un joven moderado, prudente y de virtudes tanteadas. Da comienzo así una gran luz radiante, que irá acrecentando su resplandor con su talento.
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[1] Cura auxiliar que ayudaba a ejercer la cura de almas en una parroquia, era usualmente el que ejercía de ecónomo al morir, enfermar o ausentarse el párroco.
[2] (1699 - 1774), natural de la población de Socotá y considerado como el primer historiador nacido de origen Boyacense. Estudió en el Colegio de San Bartolomé, en Bogotá y culminó sus estudios eclesiásticos en Popayán. Fue cura párroco de San Gil, Mogotes, Paipa, Nemocón, Curití y de otros pueblos de las provincias de Tunja y Santa Fe; además, fue comisario del Santo Oficio de la Cruzada. Su obra literaria se destaca por du estilo ameno, fácil, curioso y sumamente anecdótico y festivo; en ella se presentan abundantes estudios monográficos de los pueblos neogranadinos. Pruebas saltan a la vista.
[3] Aquí se refiere el cronista a la hoy llamada Capilla de los Dolores, construida entre 1748 y 1750. Es extremadamente sencilla y su tamaño es bastante reducido. Está ubicada en un costado del Parque García Rovira, esquina noroccidental, frente a la Iglesia de San Laureano. La riqueza histórica de esta capilla es obvia, pues fue la sede de la Parroquia de Nuestra Señora de Chiquinquirá y San Laureano del Real de Minas de Bucaramanga, nombre que recibió la histórica ciudad desde 1.778 hasta la independencia de España. Declarada patrimonio histórico de la República de Colombia y sitio de interés turístico por resolución N° 0348, febrero 27 de 2007 del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo; además, es Bien de Interés Cultural Nacional por Decreto No. 2210 del 21 de julio de 1.954 emanado por el Ministerio de Cultura. Allí estuvo El Libertador en muchas ocasiones. Fue restaurada en los años setentas, por el arquitecto Gonzalo Romero Mantilla y se le adicionó un campanario. Esta reconstrucción causó una gran polémica entre la ciudadanía. Allí está sepultado el eminente sacerdote Eloy Valenzuela. (Más información en Anexo I).
[4] Desde que se publicó por primera vez la semblanza biográfica del obispo Estévez ha habido cierta incomodad en algunos circulos intelectuales porque el autor de la obra utilizó el nombre de José María Estévez Ruiz de Cote, en vez del siempre monopolizado de José María Estévez Cote. Para aclarar este tema, hemos optado por agregar al final de este estudio un documento adjunto que nos aclara sobre el porqué de esta postura.(Ver Anexo II)
[5] El padre Juan Agustín Estévez es otro ilustre prócer de Colombia, importante representante del clero y de la raza santandereana en los tiempos de la independencia (Ver Anexo III)

sábado, 5 de julio de 2008

Biografía de José María Estévez
Edwin Leonardo Avendaño Guevara, Pbro.
1.
Acercamiento a la historia
(Generalidades)


“¡Igualdad! Santo derecho de la igualdad:
justicia que estribas en ésto,
y en dar a cada uno lo que es suyo.”

Memorial de Agravios

A finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, el imperio colonial español daba muestras de estancamiento y de ocaso. Los reyes borbónicos aplicaron, en aquel momento, los principios fundamentales de la monarquía francesa y a su modelo las reformas alcanzaron su apogeo durante el reinado de Carlos III de Borbón y Farnesio[1] entre 1759 y 1788. La realeza se había convertido en representante del despotismo ilustrado, o sea, influenciada por el movimiento de la ilustración hacía una dura crítica constante a las instituciones políticas, económicas y religiosas tradicionales.

La Corona, con relación a América, se había asegurado la lealtad de sus funcionarios pagando sueldos muy altos y colocándolos directamente bajo su autoridad. De esta manera, España demostraba menores debilidades de las que se había caracterizado cuando se encontraba en manos de la Casa de Austria.

Los borbones intentaron devolverle el poder central a la Corona Española haciendo de su estrategia el debilitamiento de todo aquello que pudiera arrebatárselo: la iglesia, los grandes propietarios y los oficiales indianos.

El sistema fiscal se hizo gravoso, pero se dio igualdad de derechos a todos los súbditos en lo referente a las actividades comerciales; así mismo, se expropiaron territorios pertenecientes a la iglesia, recuperados para la Corona.

Todos estos cambios afectaron notoriamente el Nuevo Reino de Granada; si bien era favorable que los individuos gozaran de más libertad, al mismo tiempo eran agobiados por el reciente abono fiscal. Esta contradicción estalló a finales del siglo XVIII en movimientos que se publicaron violentos; el descontento se había ya apoderado de todos los sectores de la población, afectados por las recientes medidas.

En el Nuevo Reino, el proceso colonial había llevado a formar dos sociedades distintas: en el occidente se estableció una sociedad latifundista y semifeudal, movida por los impulsos indígenas, sometida a la encomienda y mita y que evolucionaría hasta formar un casi homogéneo grupo de trabajadores asalariados. Muy distintamente avanzó la situación en el oriente (Santander), donde los indios fueron exterminados casi en su totalidad; se llevó acabo una colonización por parte de pequeños agricultores y comerciantes que, como no disponían de mano de obra aborigen, tuvieron que dedicarse a la pequeña economía de tipo considerablemente individualista, economía ésta que podemos llamar anticolonial.

En Santander se realizó una verdadera colonización; no fue una sociedad de esclavos y esclavizantes y, como no se formaron latifundios, se instauró una mentalidad individualista, con deseos de igualdad social y libertad burguesa. Por tal razón, es en esta zona donde surgen las primeras reacciones ácidas contra la Corona y sus nuevas medidas colonialistas.

En el Virreinato de Nueva Granada, la causa de las insurrecciones estuvo en el descontento de la población por la imposición de fuertes impuestos, especialmente el denominado “gracioso donativo”. Con este tributo las autoridades coloniales intentaban reunir fondos para la defensa de la ciudad de Cartagena de Indias frente a los ataques de los ingleses, que se mantenían en guerra con España desde 1779. Cuatro capitanes del común, elegidos entre los comerciantes de la ciudad, se colocaron a la cabeza de los comuneros de Socorro y con sus fuertes enfrentamientos consiguieron que el virrey Manuel Antonio Flórez Maldonado Martínez Ángulo y Bodquín[2] aceptara sus condiciones. Tras ser aprobadas y promulgadas las propuestas de los sublevados, y conseguida la disolución de los ejércitos comuneros, aquéllas fueron anuladas y los capitanes perseguidos, siendo condenado a muerte, en 1782, el más importante de ellos: José Antonio Galán[3].

Aunque el detonante principal de la revuelta estuviera en el rechazo de los nuevos impuestos, las pretensiones de este levantamiento popular no se referían sólo a la modificación de unas imposiciones concretas. En realidad, se buscaba una reforma mucho más amplia de la administración colonial que potenciara el poder comunal de los cabildos, que habían ido perdiendo independencia; sin embargo, estas aspiraciones no llegaron a concretarse en ningún momento al ser encabezados estos movimientos en muchos casos por miembros de las élites económicas, que se mostraban contrarias a los cambios profundos y sólo deseaban proteger unos privilegios específicos.
Los impuestos se hicieron cada vez más pesados, afectando todo lo que entraba de España y a toda actividad económica. Se llegó hasta prohibir el cultivar tabaco con la finalidad de encarecer el producto y lograr un mayor ingreso fiscal. Esta disposición afectó considerablemente la zona de Santander.

A todo lo que venía pasando se sumó el mal trato que los recaudadores de impuestos daban a la población, granjeándose un ambiente de hostilidad para la Corona y el gobierno, engendrando los primeros brotes reaccionarios. Gobernó

En el movimiento comunero iniciado en el Socorro el 16 de marzo de 1781 tomaron parte gentes pertenecientes a todas las clases sociales: aristócratas criollos, pequeños agricultores, mercaderes e indígenas esclavos; todos perjudicados por los rígidos impuestos.

A pesar – ya lo hemos expresado - de que los intereses particulares de cada uno de los grupos sociales llevaron al fracaso aquella revolución, el movimiento demostró que los habitantes del Nuevo Reino de Granada no estaban satisfechos con el régimen y que se hallaban preparados para su abolición. Influenciados por la conciencia nacional, los comuneros dieron el gran paso para la emancipación.

Por otro lado, la Revolución Francesa con sus posturas de “igualdad, fraternidad y libertad” y las teorías de la Ilustración, caracterizadas por una excesiva confianza en el hombre, en sus capacidades y libertades, nutrieron la inclinación de quienes aspiraban redimirse del yugo español.

Abundante es el número de los representantes del pensamiento ilustrado, notables son las figuras que como John Locke[4], autor del “Tratado sobre el gobierno civil” en el que propugna por la descentralización del poder, dividiéndolo en sus tres ramas tradicionales; o Voltaire[5], con sus ataques a los valores ancestrales, que apoyó las ideas de un gobierno en el que residieran las voluntades populares; o el Barón de Montesquieu[6], que exigía el fin de la monarquía y Juan Jacobo Rousseau[7] que pedía un gobierno elegido a voluntad de la colectividad, defendiendo los derechos del ciudadano; dieron con su ideario como la chispa que prende de súbito en un cañadulzal.

En el ámbito mundial, la tan sonada Revolución Francesa que derrocó la monarquía abrió el camino a la pujante burocracia. Inglaterra industrializada, ya había fraguado su comercio y su industria, luchando por obtener mercados y asimilando los valores burgueses. Estados Unidos, recién independizado, se convirtió en un modelo de república representativa y democrática. Todo esto manifestó que la Revolución Francesa y la Ilustración con sus principios podían ser aplicadas a la realidad.

La crisis del mundo occidental ya se había declarado. El movimiento de nuestra emancipación con sus complejas características fue también una manifestación de esta situación.

Los criollos fueron la clase social que dirigió la protesta contra el régimen por ser a quienes más afectaba el sistema y se pusieron a la cabeza de la emancipación.

Es este, a grandes rasgos, el panorama histórico en el que ubicamos a nuestro célebre personaje; fueron estas las ideas y los acontecimientos que forjaron en él su carácter y avivaron el atrevimiento polifacético que hizo de José María Estévez Ruiz de Cote un protagonista distinguido de la independencia colombiana; solo así comprendemos su amor por la libertad y sus servicios a la Patria, su lealtad y su desprendida entrega, egregio apóstol de la humanidad fortalecida con el ánimo de cambiar los paradigmas imperantes de no a la conformidad y de indignación por la represión y desigualdad española, germen de la emancipación para el proyecto libertario.

[1] Hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio de Baviera – Neoburgo. Nació y murió en Madrid, (20 de enero de 1716 – 14 de diciembre de 1788). Duque de Parma, Piacenza y Castro con el nombre de Carlos I (Carlo I) entre 1731 y 1735, Rey de Nápoles y Sicilia con el nombre de Carlos VII (Carlo VII) de 1734 a 1759 y de España (1759 –1788),
[2] Originario de Sevilla, España (1722). Comendador de Lopera, de la Orden de Calatrava y teniente general de la Real Armada. Quincuagésimo primer Virrey del Nuevo Reino de Granada, arribó a Cartagena de Indias el 11 de enero de 1776 para asumir el mando el 10 de febrero del año siguiente. Continuó con las políticas de su predecesor el Virrey Manuel Guirior, abrió al público la Biblioteca. Importó la imprenta a Santafé y estableció fundaciones de hospitales. Promovió campañas de pacificación contra los indígenas guajiros y cocinas. En 1778 la Corona expidió el decreto de libre comercio entre España y América. En su mandato se creó la Regencia en la Nueva Granada, y para ejercer el cargo fue nombrado don Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, quien estableció el impuesto de la Armada de Barlovento y extendió la alcabala a muchos productos. Administró hasta 1782, después partió hacia Cuba. Murió en Madrid el 20 de marzo de 1799.
[3] Hijo de don Martín Galán y doña Paula Francisca Zorro. Nació en Charalá Santander en 1749 y murió en Santafé de Bogotá el 2 de febrero de 1782. Es, una de las figuras colombianas de mayor recordación debido a la manera como fue ejecutado por las autoridades españolas y a que su memoria se ha perpetuado como símbolo de la lucha de los grupos sociales más débiles. Pero en épocas de la independencia la memoria de Galán ni la de los Comuneros fue recogida por los próceres criollos, probablemente porque el acento social de tal lucha y el comportamiento de sus dirigentes era una referencia inconveniente para los objetivos que se proponía la guerra libertaria.
[4] Nació en 29 de agosto de 1632 en Wrington, Somerset, Inglaterra y fallecido el 28 de octubre de 1704 en Oates, Essex, Inglaterra. Este pedagogo y pensador es considerado el padre del empirismo y del liberalismo.
[5] Bautizado con el nombre de François Marie Arouet. Nació en París el 21 de noviembre de 1694 y murió en la misma ciudad el 30 de mayo de 1778. En 1746 fue elegido miembro de la Academia francesa. Voltaire ha pasado a la Historia por proporcionarnos el concepto de tolerancia religiosa. Fue un incansable luchador contra la intolerancia y siempre defendió contra viento y marea, la convivencia pacífica entre personas de distintas credos y religiones.
[6] También conocido como Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu (1689-1755), fue un excelente cronista y pensador político francés. Es, a nuestro juicio, uno de los filósofos y ensayistas ilustrados más relevantes, especialmente por la articulación de la teoría de la separación de poderes, que se da por descontado en los debates modernos sobre los gobiernos siendo implementado en muchas constituciones en todo el mundo.
[7] Nació en Ginebra, Suiza, el 28 de junio de 1712. Hijo de Isaac Rousseau y de Suzanne Bernard. Huérfano de madre, a los nueve años, pasa a ser criado por su tío materno Samuel Bernard, pastor protestante, a quien toma como si fuera su abuelo. Su familia, de origen francés, debe exiliarse a Ginebra en 1549 a causa de la persecución religiosa. Su padre lo abandona a sus 10 años, teniendo una infancia, una educación muy difíciles. Sus escritos siempre se caracterizaron por la llaneza en lenguaje. Es considerado un maestro de la ironía, la que utilizó para defenderse de sus enemigos y detractores, de los que en ocasiones hacía burla demostrando en todo momento un finísimo sentido del humor.

Semblanza Biográfica del Obispo José María Estévez Ruiz de Cote

"Desempolvar la historia para mostrar personajes de la talla del Obispo José María Estévez es un acto de justicia y una eminente forma de evangelización al mismo tiempo que se hace honor a la afirmación de Cicerón de que la historia es la maestra de la vida.El Obispo de Santa Marta, José María Estévez, abnegado pastor, fundador de Convención N.S., miembro del Congreso Admirable, Presidente del Congreso neogranadino, Confesor del Libertador Simón Bolívar es un gigante de la Iglesia y de la Patria.Por eso, aplaudo el noble propósito, hecho realidad, del joven convencionista Edwin Leonardo Avendaño de rescatar de la ingratitud y del olvido la egregia figura de Monseñor José María Estévez. He leído con emoción de sacerdote y de colombiano la presente biografía del clarísimo prelado.Mi palabra de estímulo y mis mejores augurios para el joven historiador".

Monseñor Leonel Pineda Guerrero
Vicepresidente de la Academia de Historia de Ocaña

CORPORACIÓN JOSÉ MARÍA ESTÉVEZ

La Corporación José María Estévez Ruiz de Cote es una institución cívica y cultural sin ánimo de lucro que propulsa la difusión del acervo patrimonial material e inmaterial del municipio de Convención (Norte de Santander) y de la antigua provincia de Ocaña.